
Con algo de pasta de modelar y pocas cosas más vamos a intertar replicar unos falsos restos arqueológicos de artesanía Celtíbera.
Nosotros nos hemos inspirado en algunas piezas de cerámica encontradas en la desaparecida población de Numancia, pero puede servir cualquier otro que vuestra creatividad pueda imaginar.
Para empezar amasamos una bola de unos 125gr de pasta de modelar color terracota. Hemos elegido este tipo de pasta para modelar porque endurece sin necesidad de cocción, además no mancha como sucede con el barro y es un producto para disfrutar modelando por su tacto fresco y agradable.
Extendemos la pasta de forma irregular con un rodillo liso hasta alcanzar un grosor de unos 2-3 mm, no hay que esmerarse demasiado en dejarla lisa, cuanto más rústica quede mejor. Un pequeño truco es dejar reposar la bola entre 5 y 10 minutos para que pierda algo de humedad, así al extenderla tenderá a agrietarse.
Dejamos secar entre 24 y 48 horas dependiendo del grosor y la cantidad de pasta de modelar empleada y copiamos a lápiz el diseño elegido para decorar nuestra relíquia arqueológica. Podemos dejar secar la pieza sobre una pelota para darle forma esférica y así simular que es parte de un ánfora, jarrón u objeto similar. Otro truco consiste en dejarla secar sobre un trozo de cartón que irá absorviendo la humedad de la pasta de modelar arqueándose, lo que le aportará movimiento a la pieza.
Ahora pintamos de blanco el interior de la figura. Lo haremos con un pincel no muy grueso al que hemos cortado las cerdas a poco más de un milímetro de largo. Descargaremos siempre el pincel en un papel antes de empezar y extenderemos la pintura lo máximo posible, debemos de trabajar con el pincel casi seco, acordaros que tiene que parecer que está pintado hace 2.000 años o más.
Nosotros nos hemos decantado por pintar con tinta Izink de Aladine color Jazmine., se trata de un pigmento puro acrílico, lo que le permite poder ser aplicado sobre casi cualquier superficie y además seca en menos de tres minutos.
Una vez seca la pintura repasamos las líneas con rotulador permanente color marrón oscuro o negro. Y si no os tiembla el pulso podéis atreveros a pintarlas con pincel fino y la misma tinta Izink anterior, pero esta vez en algún color terroso oscuro, lo que le dará un acabado más realista como podéis ver en la siguiente foto de la abubilla.
Y después de todo el esfuerzo y con lo bonito que nos ha quedado procedemos a romperlo a trocitos, para más tarde montarlo como un puzzle, como si nos hubiéramos encontrado las piezas diseminadas por alguna excavación arqueológica. Nosotros le dimos un golpe seco con el mazo de un mortero mientras lo sujetábamos con la mano hueca.
Lo se, lo se, da pena después de todo el trabajo, pero el resultado lo merece.
Envejecemos con betún de judea un trozo de madera contrachapada y una vez seca ya podemos proceder a pegar nuestro mosaico de piezas con algún pegamento de contacto medianamente fuerte. No hace falta esmerarse en cuadrar las piezas al milímetro, recordar que son antigüedades que llevan enterradas miles de años y que hemos rescatado del olvido.
Y ya lo tenemos. Fácil verdad?
Pues animaros y manos a la obra.

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Que guay